domingo, abril 08, 2012

Caballeros de la noche.

Un buen día camine por las calles atrofiadas del cerebro humano. Recauchutando intento entender los pretextos de mi estado, sin impedir que todo siga su curso confuso.
Aprecio con destellos el futuro movimiento de mi ser, me inclino despacio y muy lento en mis orígenes. Mientras, me alejo y permanezco distante e inacabado, observo tu imagen totémica, santa y sagrada, con centenares de características perdidas y equivocadas, pero otras miles perfectas y puras. Me destierro de tus paisajes y me esfumo de casi todos tus sentidos, crezco y me fortalezco en la espesura de mis entrañas.
Me encuentro y me entiendo. No pierdo tus pupilas, ya que ellas son las que me leen y registran, me escanean y filman. Soy participe tuyo, tu partener soy solo una vez cada 30 días, 12 veces en el año te personificas y el mito se Ritifica. Luego quedan 29 días, 353 días en los que sos una historia que une mi cerebro, sos neuronas que se atan y no sueltan, sos un recuerdo pasado, una caricia que enferma. mi mente se pudre y regenera, mi alma llora y se alegra. 
Y llega el día 30, es hora de encontrarnos, que el momento sea concretado. Te veo y nos saludamos, como si nada en mi cabeza hubiera pasado, te veo y nos hablamos como unidos únicamente por el pasado, te veo y realmente parece ayer como si nos hubiéramos encontrado. Soy feliz y vos lo compartís conmigo, pero el tiempo pasa, gira y me emborracha. Cíclico y cadente, perfecto e inacabado nuevamente. El tiempo nos cubre y cobija, nos da charla y filosofía. La noche nos vuelve misteriosos, Caballeros de las estrellas combatiendo bajo finas mantas acolchadas, luchando contra el monstruo de los sueños. Diagramamos futuro como grandes cartógrafos, y nuestros pulmones seden a la fina seda. Añoramos nuestros logros como viejos piratas retirados, y mientras más hablamos más nos alejamos. 
El tiempo sigue su curso fijo, y sin que nadie se atreva a detenerlo, 
sigue su curso fijo, y sin que alguien pueda detenerlo,
sigue su curso fijo.
Nos aplasta y somos un grano de materia orgánica ante toda la galaxia. Infantiles, anonadados y minúsculos nos damos las buenas noches. Cerramos los ojos y el gran monstruo de los sueños canta victoria, antes de tiempo. Uno de los dos vuelve a retomar la charla y uno de los dos cae ante las garras del Monstruo, el otro ve que su vida ya no tiene sentido y prefiere morir.
Los caballeros tapados bajo las mantas son bañados por las estrellas y el viento que mueve sus inerte cabellos. 
Mueren durante la noche para revivir a la tarde y poder volver a no verse.
Ya nada tienen en común y todo lo tienen. Ellos se alejan por diferentes caminos y como dudando se despiden rápidamente sin dar tiempo a  una palabra mas.
Sus oídos son apoderados por el sonido de su andar, cada cual con sus pasos marca el ritmo que eligió o pudo conseguir. Sus hombros vuelven a acarrear el peso de sus armaduras cotidianas, hasta volver a verse y así perderse en el tiempo nuevamente, ser caballeros por una noche más y seguir esperando que se repita el ritual.

Musiqué