Sufría por el hecho de ser diferente, pero significar lo mismo. El envase vendía algo que los demás lo tomaban para otra cosa; y aunque tal vez lo de adentro no significaba al envase, uno y los demás se quedaban con lo que veían. Poca gente entiende a las personas, y pocos amigos lograron entenderme. Ese esfuerzo fatal por enseñar a leerme no funcionaba y decidí cambiar el envase, lo que también hizo modificar unos grados mi conducta. Viví casi 1 año con ese problema adolescente, la eterna lucha de lo que soy y lo que quiero que vean.
Lo disfruté, pero a pesar de las advertencias, me equivoqué; aprendí y como si fuera una vivora, cambié mi piel otra vez. Terminé el secundario y suicidé relaciones que tenía con otras gentes. Hoy sueño con ellos, sueño en los sueños y en la vida despierto. ¿Qué hago en su cumpleaños?, ¿Lo saludo?, ¿Le envío un regalo por medio de otra persona?, ¿Me presento personalmente?, ¿Hago caso omiso?. El año pasado vine unos días antes de Mar del Plata para compartir su momento. Hoy, mi familia me pregunta por él, y evado la situación tontamente, hago el ridículo y extraño como el Pastito al Sol.
Pero ya sé. Me voy a mover con el viento, y si no hay viento yo me muevo igual, cual barrilete electrónico.
Me puse una camisa hawaiana, me río y disfruto de lo más mínimo. Hago lo que me gusta, y aunque suene idiota subo la foto que se me canta el orto al Facebook (¡Si! Entré otra vez al Fb).
Lo que otras personas leen en mi envase, ¡Que importa!. Así soy yo, Narigón, pero todo tengo de narigón, y muy bien me queda. Afeminado que canta, baila y se pinta los labios, de eso disfruto también, llamo la atención y me encanta. Hablo más de lo que debería, también escribo y dibujo cuando quiero. No conservo más mis problemas, ya no.. ¡Atájese si se le ocurre preguntarme como estoy!, e internauta, sufran sus ojos al indagar sobre lo que hice en el día.
Ya nada me guardo (o casi nada), digo las cosas como surgen, sin muchas vueltas.
Me compré dos pantalones babucha medio indues, y los voy a usar. Voy a hacer todo lo que quiera, de la manera que quiera. ¡Al fin, libre!
Lo disfruté, pero a pesar de las advertencias, me equivoqué; aprendí y como si fuera una vivora, cambié mi piel otra vez. Terminé el secundario y suicidé relaciones que tenía con otras gentes. Hoy sueño con ellos, sueño en los sueños y en la vida despierto. ¿Qué hago en su cumpleaños?, ¿Lo saludo?, ¿Le envío un regalo por medio de otra persona?, ¿Me presento personalmente?, ¿Hago caso omiso?. El año pasado vine unos días antes de Mar del Plata para compartir su momento. Hoy, mi familia me pregunta por él, y evado la situación tontamente, hago el ridículo y extraño como el Pastito al Sol.
Pero ya sé. Me voy a mover con el viento, y si no hay viento yo me muevo igual, cual barrilete electrónico.
Me puse una camisa hawaiana, me río y disfruto de lo más mínimo. Hago lo que me gusta, y aunque suene idiota subo la foto que se me canta el orto al Facebook (¡Si! Entré otra vez al Fb).
Lo que otras personas leen en mi envase, ¡Que importa!. Así soy yo, Narigón, pero todo tengo de narigón, y muy bien me queda. Afeminado que canta, baila y se pinta los labios, de eso disfruto también, llamo la atención y me encanta. Hablo más de lo que debería, también escribo y dibujo cuando quiero. No conservo más mis problemas, ya no.. ¡Atájese si se le ocurre preguntarme como estoy!, e internauta, sufran sus ojos al indagar sobre lo que hice en el día.
Ya nada me guardo (o casi nada), digo las cosas como surgen, sin muchas vueltas.
Me compré dos pantalones babucha medio indues, y los voy a usar. Voy a hacer todo lo que quiera, de la manera que quiera. ¡Al fin, libre!
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